jueves, 24 de noviembre de 2011

LA DESTRUCCIÓN DE BETANCURIA EN 1593
   
El año de 1593 fue malo en Fuerteventura, llovió muy poco y a la penuria del hambre se sumo la invasión de la isla de los piratas berberiscos. Fue el día 1 de julio de 1593 cuando siete galeras y varios bergantines al mando del pirata Xabán Arráez se asomaron a las costas de la isla con la intención de desembarcar en ella. Entre sus fines estaba el castigar al señor feudal de la isla que continuamente organizaba  desde Lanzarote y Fuerteventura numerosas expediciones de captura de esclavos moriscos a lo largo de las costas del noroeste africano. Por ello, los piratas berberiscos, con una tropa de 230 hombres fuertemente armados, desembarcaron  en Fuerteventura con la finalidad de  destruir las ciudades y capturar a la población para venderla en el mercado esclavista de Argel.         
Tras el desembarco, aprovechándose de que la mayor parte de los varones se encontraban de “sementeras” en Lanzarote, se dirigieron hacia el Valle de Santa Inés, saqueando las casas y asaltando la iglesia de donde se llevaron varios objetos y una imagen de la Virgen.
La capital de la Isla, Santa María de Betancuria inmediatamente fue desalojada y los berberiscos penetraron en ella haciendo alardes con sus banderas y atabales. La población que había huido despavorida se escondió en los lugares más recónditos de la isla y en algunas cuevas como la propia hija del señor  feudal María Arias de Saavedra y su tío Gonzalo de Saavedra, quienes acompañados de algunas autoridades se pudieron esconder en una cueva de Maninubre  en las mismas faldas del macizo de Betancuria.

                 Conocida la noticia de la invasión de Fuerteventura,  el Capitán General  Luis de la Cueva, rápidamente  organizó una expedición militar para liberar la isla con los soldados del Presidio (acuartelamiento militar) estantes en las Palmas. Mientras tanto, en Fuerteventura,  el capitán Ortiz de Zambrana  los hostigaba como podía con táctica de guerrillas.
       Tras una dura travesía, las tropas de refuerzo  desembarcaron en Jandía  con  240 soldados  profesionales fuertemente  armados con la misión de liberar la isla de esa “ruin gente”. Y poco duró la incertidumbre porque en la misma montaña de Siete Fuentes, muy cerca del actual Jorós, se encontraron con un grupo de unos cuarenta piratas a los que persiguieron  sin percatarse  de que el resto de los berberiscos los esperaban agazapados por las inmediaciones del lugar. 
         La derrota de inmediato fue total. Los soldados castellanos huyeron despavoridos hacia las  embarcaciones,  abandonando  las armas de forma precipitada.
             

                        



El Sr. Francés López reseñando la localización actual de las fuentes de la montaña de Siete Fuentes. 





Xabán Arráez cuando lo consideró oportuno  incendió la iglesia, los edificios más importantes y los pajeros donde se almacenaba el trigo y se volvió a su país llevándose cautivos a unos 60 majoreros que había podido capturar. Obviamente  la guarnición militar encargada de la defensa de las Islas denominada  Presidio se disolvió de inmediato.
De  la suerte que corrieron los apresados solamente sabemos que algunos, sorprendentemente, mantenían correspondencia con sus familiares hasta ocho  años después de producida la invasión, puesto que en un documento de 1602 una vecina de la Isla Simona Sánchez pedía licencia para vender sus propiedades porque  decía: “hace 8 años , con la venida de Jaban Arráez, que asaltó la isla, cautivó a su marido Juan Perdomo, escudero, el cual de ordinario le escribía cada año, y ella tiene sus cartas, pero de dos años a esta parte no ha tenido noticias suyas y sabe por las cartas de otros cautivos que es fallecido”.
En otro protocolo notarial de 1606, se documenta que Xabán también capturó a mujeres y niños puesto que un vecino llamado  Pablo Mateos reclama los bienes que quedaron de sus padres diciendo: “que su padre murió en Indias y su madre en Berbería cautiva con los demás hijos que llevó”  

         En esta año negro de 1593, Betancuria  fue destruida y la isla quedó prácticamente despoblada. Todavía  un siglo después en las actas de Cabildo se decía “para que no ocurra como en 1593 en que se despobló la isla y la invadieron los moros”, y en otro documento "en 1593, en que por la poca gente que había vinieron los moros, la saquearon y pegaron fuego a sus templos".


         Y transcurridos 418 años de la destrucción de la iglesia del convento  de San Buenaventura, cabría preguntarse : ¿no podrían los empresarios turísticos financiar su reconstrucción?